“Esta es tu casa. Puedes poner aquí tus cosas.
Coloca los muebles a tu gusto. Pide lo que necesites.
Ahí están las llaves. Quédate aquí”
Bertolt Brecht

Queda entonces abierta una necesidad de pensar el espacio más allá del simple hecho de una idea denotada por un terreno, por el contrario la forma en la cual interactuamos, habitamos y existimos ya son determinantes para denotar las maneras de estar en un espacio, es por tanto que delimitar la idea a lo físico, es quitarle el carácter en sí mismo del espacio como coexistente a un sujeto.
En una segunda instancia Pardo, amplia la deliberación entorno a una reflexión del espacio en cuanto forma de la existencia del sujeto y en torno al pensamiento del mismo “cuando se reflexiona sobre él desde su consideración de nuestra propia existencia y de nuestro pensamiento (en efecto, pensar en – acerca de – el espacio presupone que pensamos en – dentro de – el espacio), se convierte en un problema adquiere la dignidad y la categoría de algo que requiere la atención de nuestro pensamiento antes de la distinción entre lo teórico y lo práctico, lo profesional o lo ocioso, lo científico – técnico y lo natural vulgar”.[2] Pone ante nuestros ojos y a la luz de nuestro pensamiento la posibilidad de cavilar esta idea como parte inherente al sujeto y a la forma bajo la cual este se construye unas maneras de existir determinadas.

Es bajo este tópico que se desarrolla estas líneas, el espacio habitado está determinado por los objetos, bajo los cuales el sujeto interactúa. Pensar el sujeto en su interacción con aquellos objetos cotidianos que se le vuelven propios “Es, sin duda, en este aspecto en el que el espacio se nos aparece como algo – incluso excesivamente – cercano, como el conjunto de las formas de estilización de la existencia configuradas por los diferentes muebles e inmuebles (en sentido lato) que lo pueblan.”[3]
Los espacios cotidianos dentro de los cuales se mueve, interactúa y condiciona su modo de vida el sujeto está condicionada en gran medida por los objetos que les son familiares (Su cama, el sillón, la mesa, sus pertenecías) son las que permiten dar significado como espacio en el cual se articula su vida misma, son los objetos en sí mismo los que permiten la construcción de una memoria significante propia e individual del sujeto.
Es a partir de ellos y de la forma en la cual se disponen los objetos en el espacio y para el espacio, lo que da cuenta de cómo se re significa el sujeto y el espacio mismo. Solo en la medida en que el espacio es modificado, intervenido, apropiado por el sujeto podremos pensar su existencia alrededor del esté “no podremos extraer la existencia fuera del espacio y acaso tampoco podemos extraer cada existencia singular fuera de su espacio”[4]
Son los objetos que nos configuran en torno a un entender al sujeto dentro de sus gustos, sus formas de relacionarse, de hacer una cultura y de apropiarse de modo particular de un lugar, que adquiere en todos las tónicas un significado propio, el cual puede ser interpretado y pensado en cuanto forma de construir unas maneras de la cultura, de las costumbres y de cotidianidades que se exteriorizan en formas singulares.

Ponemos entonces y a la luz de Pardo, decir que los espacios, los sujetos y los objetos son determinantes unos entre otros, y solos en si mismo son inertes para la percepción y la construcción de una reflexión estética. Ya que uno coexiste en la medida del otro, cuando hablamos de unos artículos en una tienda estos mismo ya vislumbran un espacio y los delimitan como existente pero es en la medida el que el sujeto lo interviene, lo significa lo que le da validez a la existencia de ambos, más allá de la función útil del objeto es en la medida en la que el sujeto lo contextualiza que le da valor al objeto mismo y al espacio en el cual se encuentran. Enmarcando entonces de ese modo juegos para la memoria, para significación, la representación y el pensamiento entorno a un al espacio.
[1] Pardo, José Luis. Introducción: El espacio del pensamiento. Pág. 15
[2] Pardo, José Luis. Introducción: El espacio del pensamiento. Pág. 16
[3] Ibíd.
[4] Ibíd
[5] Pardo, José Luis. Introducción: El espacio del pensamiento. Pág. 20